Con un video depurativo de filosofía analítica
Me fui rumbo al pasaje sanmarquino, ahí pedí un cevichito de sol con un marisco ( el ceviche para llevar y el marisco para comer ahí nomás: “Oe, tía sírveme esa ensalada, pe, de pescado con rata y me mandas al rosca de tu mozo”). El marisco trajo el cevichito, delicioso con sabor a carretilla vieja. Luego de entregarme el ceviche y de intercambiar respiros conmigo, este marisco paso a retirarse para traer más ceviches a otros comensales asiduos del famoso pasaje de los dolores intestinales y de amores injustos, pero antes me guiño un ojo, lo cual provoco mi ira, así que lo llame (algo celoso, digo colérico y enérgico), muy potente yo:
¡Oe!, Rosca, digo mozo libertino, que diga cevichero, yo te conozco - el tipo hizo un mohín de sorpresa y frunció el ceño - sí, sí te recuerdo - las copas de gaseosa que había bebido no me permitían diferenciarlo bien , pero tenia la rara impresión de que lo conocía, de que en verdad era él -, no te vayas, amorr...- el trago , digo la gaseosa koka kola no me dejaba hablar bien- amorrr..tigua, amortigua esta banca con algo que ya casi me estoy cayendo y no es porque este borracho (¡hip!) – el tipo se volcó contra mí y me acaricio, digo me ayudo a levantarme y cruzamos miradas incompletas al son de un “last kiss” (versión Los Doltons).
Luego de unos veintitrés ceviches y un par de mariscos más, pude reconocer al primero de ellos que en esos momentos ya se encontraba seduciendo, que diga atendiendo a otros clientes, sanmarquinos todos ellos. Pues, bueno, tendré que dejarles esta foto de aquel tipo, por el cual ahora me desvelo, no porque piense en él sino porque deje ese día viernes mi billetera con el dinero para pagar la luz de mi casa:
Eso fue por la mañana.
Luego de mirar por unos instantes el cielo gris de Lima mezclado con la imagen amarrilla de algunas aves, decidí buscar unas ruflas, que diga algunas amigas académicas para avanzar mis tareas. Así, que con esta decisión me fui rumbo a la Marina, cuando llegué ya era de noche.
Todo era oscuro y ruidoso. En la plaza San Miguel, gente de aquí para allá y de un lado a otro con grandes bolsas de Wong y Ripley. Cerca al Coney Park , niños con algodones y manzanas dulces. Todo por aquel lugar era gente apurada e indolente. Taxis y Micros.
Camine por unas horas, sobre vereda mojada y noche encendida, el trago, digo el ruido no me permitía hacerlo bien. Eran ya las 11 pm y tenia miedo, cuando en eso oí a lo largo de un callejón la imagen impura de un tipo sin alma, que a la vez que me observaba mientras me acercaba torturaba y sometía a sus ímpetus simiescos al cevichero rosca, digo sanmarquino de la mañana. Cuando estuve tan próximo al mico torturador de cevicheros, le pregunte: “ y señor simio, por qué tortura así a mi amigo cevichero”. El cevichero gritaba, plañía que plañía de placer, digo de dolor, a la vez que me decía: Sálvame, sálvame, Markko-kun de este mico destructor ( me parecía escuchar esas palabras de Layne Stanley en un Man in the box: Save me, save me...). quise salvar al cevichero, pero no pude , mis instintos pudieron mas, así que me uní al mico y juntos torturamos al cevichero: “toma , cevichero porque no me gusto el ceviche ese de mala muerte, que parecía de rata. Toma cevichero maldito porque no me caes bien , y toma este otro porque jale en el examen de Germana y por que voy a jalar todo el ciclo”
De esa noche de placeres insanos, logre convencer al mico travieso para que se tome unas cuantas fotos. Aquí se las dejo:
Muy pronto la historia vedada de la ponja traviesa y los yacuzas malditos, con colaboración del Garfield ( profesor de practica-filosofia)
Ha, en verdad, me olvidaba que el profesor Garfield de práctica en filosofía dejo un video, aquí abajo esta:
Y tambien, muy pronto la fucker borrachera del cumpleaños de Gina y los recuerdos de la ultima cena con robos de gaseosa, vomitos y hasta Marco Aurelio diciendo que es bouyerista.
markko-kun